Es
inevitable afirmar que Internet nos ha facilitado mucho la vida, tanto como una
herramienta con la que se puede acceder a un amplio rango de información como un
medio de comunicación, puesto que se emplea en diferentes aplicaciones para relacionarnos
con nuestros amigos, familiares, compañeros de trabajo e incluso conocer nuevas
personas. La penetración de Internet en
nuestra sociedad es de tal magnitud que, de hecho, un 64,3% de la población de
entre 16 a 74 años usa Internet diariamente. (INE, 2015). Jorge Lozano, semiólogo y catedrático de Teoría de la
Información de la Facultad de Periodismo de la Universidad Complutense de
Madrid, manifiesta que los usuarios de Internet, hoy en día son “prosumidores”,
en otras palabras, los usuarios son “una mezcla entre consumidor y productor,
aludiendo a Marshall McLuhan.” (Citado en Ariza, 2015).
Como
consecuencia de esta sociedad globalizada y conectada en el que todo está al
alcance de unos clics, podemos decir que la realidad está cada vez más difusa y
que, fruto de esta impersonalización, las relaciones están mucho más
deshumanizadas que hace dos décadas. Para paliar esta realidad
de la comunicación digital, diferentes compañías han creado emoticonos para
hacer la conversación mucho más expresiva y permiten enviar notas de voz e
imágenes o video. Asimismo, Lozano, “argumenta que la frontera entre lo público
y lo privado ya empezó a difuminarse con la aparición de los medios de
comunicación. [Ahora afirma que sólo] ‘Nos queda nuestra esfera íntima’.” (Ariza,
2015).
Sabater
(2014) en su estudio encuesta a cuatrocientos estudiantes y descubre que: “más
del 80% se muestra cautelosa a la hora de proporcionar sus datos personales por
Internet y se declara consciente de sus riesgos.” (Sabater, 2014, p.16) Sin
embargo, sólo con conocer los riesgos no implica saber manejar esta situación
de manera apropiada.
Además,
tal y como nos advierte Ariza (2015) las aplicaciones, aunque son a simple
vista gratuitas, nos piden a cambio tener acceso a nuestra ubicación, fotos,
etc. y lo que hemos hecho en realidad es ofrecer todo esto, es decir, nuestra
privacidad y datos, a cambio de los servicios de estas aplicaciones “que se
presentan como gratuitos, pero que no lo son.” (Ariza, 2015).
Según
comenta Milón (2015) en su trabajo de investigación la información y los datos
disponibles han aumentado principalmente debido a tres factores y que están
relacionados con la aparición de Internet y las nuevas tecnologías de la información.
La
primera de ellas es el aumento de la velocidad de la transmisión de la
información de la red, que a su vez está relacionada con la bajada de precios y
la accesibilidad a la red que ha aumentado considerablemente. En segundo lugar,
la capacidad de almacenamiento de los servidores se ha incrementado. Y, por
último, pero no por ello menos importante, las innovaciones del hardware físico
han facilitado todo este proceso.
Dicho
esto, podemos ver que hay otra cara de la moneda que muchos de nosotros pasamos
por desapercibido y es que siempre que empleamos Internet nos exponemos de
cierta manera ante los demás en mayor o menor medida e incluso aun cuando somos
consciente de ello, dejamos rastros que no son fáciles de borrar. Estos datos son nuestra “huella digital.”
A
pesar de que en España toda la red esté regulado por la Ley Orgánica de
Protección de datos y que esta ha sufrido modificaciones recientemente para
mejorar nuestra seguridad sigue siendo insuficiente y se deben contemplar otras
medidas para que los usuarios reciban una información completa. Esta normativa se
tendrá que cumplir por completo a partir de mayo del 2018 para adaptarnos poco
a poco al nuevo Reglamento Europeo de Protección de Datos. La regulación en
Internet se complica si tenemos en cuenta que es un servicio deslocalizado en
el sentido de que un usuario de España puede estar participando en un foro
alojado en Estados Unidos y realizando las compras de navidad en una web china
cada una con su propia legislación en materia de privacidad.
Según
Jesús Acevedo (un abogado especializado en la privacidad de internet), esta se debe
definir con tres palabras: “accesibilidad, prevención y proactividad.” (Citado
en Valenzuela, 2017).