sábado, 11 de febrero de 2017

8. Derecho de olvido y derecho de cancelación, ¿garantías de seguridad?

Afortunadamente tenemos dos tipos de derechos que intentan proteger nuestra intimidad y privacidad.

Por un lado, tenemos el derecho de olvido que es pedirle a los navegadores que dejen de indexar determinada información que aparece al buscar unas palabras en concreto y, por otro lado, el derecho de cancelación en el que se pide a la red que se borren nuestros datos por completo. Jesús Acevedo define el derecho de cancelación como:

“la supresión y borrado de los datos. Normalmente borras la aplicación de una red social pero tus datos se quedan en esa red social. Les pides que los eliminen, ejerciendo tu derecho de cancelación. Como haces con los datos que has dejado en tu gimnasio o en la Fnac, o si te han catalogado como moroso, pero tú has pagado la supuesta deuda.” (Valenzuela, 2017)

Por otro lado, algunos autores como Terwangne (2011) afirma que como personas tenemos derecho a ser olvidados más si dejamos de usar un determinado servicio. Tristemente, la cruda realidad es que muchas empresas no borran nuestros datos e incluso tienden a vender nuestros datos a otras compañías, como ya habíamos mencionado anteriormente.

Así Ricard Martínez (2013) explica que:

“Existe un ámbito de incertidumbre que hay que recorrer con prudencia. Google es un responsable de un tratamiento muy particular. No decide qué hacer con los datos ni puede eliminarlos en origen, solo puede desindexar. Google sí es responsable de los datos de sus usuarios directos y de lo que almacene si falla el robot.txt, o si desaparecida una información en origen, la sigue manteniendo.”

Enrique Dans (2014) critica esta gestión de la privacidad, ya que declara que el “derecho de olvido” existente actualmente le parece absurdo pues obligamos a los buscadores a que no enseñen los enlaces con la información. De manera que, nuestra información sí estaría en la red, pero no sería fácilmente accesible. El usa la metáfora del mensajero para denunciar que silenciamos a los buscadores cuyo trabajo es el de encontrar información en vez de atajar los problemas desde la raíz, ya que nuestra información digital debería de poderse eliminar completamente si así lo deseamos.



Por otro lado, también es objeto de polémica el hecho de que tengamos que pedir permiso para que nos olviden. Directamente, ¿por qué deberíamos? ¿y por qué no al revés? Con esta aproximación habría que consentir explícitamente el seguir manteniendo nuestra información en la red.


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